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¿Cómo liberar el dinero atrapado en cuentas por cobrar con factoraje digital?

Más del 40% del capital de trabajo de las pymes está atrapado en facturas e inventarios, según KPMG México.

Millones de pesos permanecen inmovilizados en las cuentas por cobrar de las empresas mexicanas, un fenómeno que Alejandro Toiber, Director General de Xepelin, describe como “el gran enemigo de la liquidez” en el sector empresarial. Este “dinero atrapado” no solo obstaculiza el flujo de efectivo diario, sino que limita la capacidad de inversión y el crecimiento de las organizaciones, especialmente de las pequeñas y medianas empresas (pymes).

De acuerdo con KPMG 40% del capital de trabajo de las pymes se encuentra inmovilizado en cuentas por cobrar o inventarios, lo que deja poco margen de maniobra para enfrentar gastos operativos inmediatos.

El Banco de México reveló que en el primer trimestre de 2025, el 86.7% de las empresas no utilizó nuevos créditos bancarios, mientras que el 78.9% ni siquiera los solicitó. Si bien esta cautela puede interpretarse como una estrategia de control de riesgos, también evidencia la percepción de que los créditos tradicionales son costosos, burocráticos o difíciles de obtener. “Esto provoca que las empresas operen con ingresos generados, pero sin el flujo de efectivo disponible a tiempo. La consecuencia son operaciones limitadas, proyectos frenados y, en algunos casos, el pago de intereses por no contar con liquidez suficiente”, explicó Toiber.

De acuerdo con KPMG México, del 40% del capital de trabajo de las pymes se encuentra inmovilizado en cuentas por cobrar o inventarios, lo que deja poco margen de maniobra para enfrentar gastos operativos inmediatos.

Facturas de documentos a activos estratégicos

El ejecutivo de Xepelin enfatiza que las facturas por cobrar deberían ser vistas como un activo estratégico. “En muchas ocasiones, estas facturas representan un activo que puedes aprovechar para mejorar tu liquidez sin necesidad de adquirir deudas adicionales. Es hora de replantear nuestra mentalidad y adoptar prácticas financieras más inteligentes para evitar costos innecesarios y la pérdida de oportunidades”, señaló.

El mecanismo que está ganando terreno es el factoraje: la venta de cuentas por cobrar a una entidad financiera especializada a cambio de un adelanto inmediato de efectivo. Esto permite a las empresas continuar operando sin depender de los plazos de pago de sus clientes.

En mercados desarrollados como Estados Unidos y Chile, el factoraje se consolidó como un pilar financiero. En Chile, por ejemplo, esta práctica representa alrededor del 8% del PIB. En México, aunque ha crecido, su penetración sigue siendo baja, lo que revela un gran potencial de expansión.

El factoraje tecnológico: una alternativa ágil y eficiente

La irrupción del factoraje digital está transformando este panorama. Plataformas tecnológicas como Xepelin están simplificando y acelerando el proceso: desde la aprobación hasta el desembolso de recursos, todo puede realizarse en cuestión de horas, sin papeleo excesivo.

Este modelo ofrece ventajas claras frente a los créditos tradicionales:

  • No incrementa la deuda: el factoraje no afecta negativamente el balance general, ya que se basa en activos existentes, no en préstamos adicionales.
  • Mejora la calificación crediticia: al contar con liquidez inmediata, las empresas pueden cumplir sus obligaciones en tiempo y forma, fortaleciendo su historial financiero.
  • Preserva la relación con clientes: al adelantar el pago de facturas sin presionar a los compradores para acelerar sus pagos, se evitan tensiones comerciales y la necesidad de ofrecer descuentos por pronto pago.

“Hoy, el mayor capital de muchas empresas no está en sus cuentas bancarias, sino en sus facturas pendientes. El reto está en liberarlo”, concluyó Toiber.

Según la Asociación de Factoring de América Latina (FELAFAC), la región muestra un crecimiento anual promedio del 12% en la adopción de factoraje, impulsado precisamente por plataformas tecnológicas. México, con su gran base de pymes —que representan el 99.8% de las unidades económicas del país y generan más del 70% del empleo— tiene un terreno fértil para expandir este modelo.

El reto, sin embargo, sigue siendo cultural. Muchas empresas mexicanas aún ven el financiamiento como un recurso de último recurso y no como una herramienta de gestión estratégica. Toiber insiste en que cambiar esta visión es urgente:

“Es hora de dejar atrás la creencia arraigada de que el crédito es una solución universal para temas de liquidez. El objetivo es abrir un nuevo horizonte para los empresarios mexicanos, ayudándolos a desbloquear el valor oculto de sus facturas y derribar prácticas obsoletas que limitan su crecimiento y competitividad”.

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