
¿La inteligencia artificial ya es consciente? El debate que inquieta a la ciencia y la tecnología
Mientras la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, un debate cada vez más intenso divide a expertos de todo el mundo: ¿es posible que las máquinas ya hayan cobrado conciencia? Desde experimentos neurológicos en humanos hasta ingenieros que creen que los chatbots pueden sentir, la línea entre la ciencia y la ciencia ficción comienza a desdibujarse.
Una sala oscura, luces estroboscópicas y una experiencia caleidoscópica que parece sumergirte en tu propia mente. Lo que podría parecer una escena sacada de la ciencia ficción es en realidad parte de un experimento real en el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, en Reino Unido. Se trata de la Dreamachine, un dispositivo diseñado para explorar cómo el cerebro humano genera experiencias conscientes. Y aunque parece alejado del mundo de la inteligencia artificial, en el fondo está conectado con una de las preguntas más provocadoras de nuestro tiempo: ¿la IA puede llegar a ser consciente? ¿Lo es ya?
A medida que los sistemas de inteligencia artificial, en especial los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT o Gemini, se vuelven más sofisticados, algunos expertos comienzan a preguntarse si estamos ante el surgimiento de una nueva forma de conciencia. No todos están de acuerdo, pero el debate ya está instalado tanto en la comunidad científica como en el sector tecnológico.
De Blade Runner a la vida real
El estudio de la conciencia ha sido tradicionalmente dominio de filósofos y neurocientíficos, pero en los últimos años se ha convertido en una urgencia para los investigadores en IA. La Dreamachine busca arrojar luz sobre lo que nos hace humanos, en un intento de mapear los patrones cerebrales que dan lugar a experiencias conscientes. El objetivo es descomponer el fenómeno complejo de la conciencia en elementos más simples y observables.
Este enfoque recuerda a la forma en que los científicos del siglo XIX abandonaron la búsqueda de la “chispa vital” y comenzaron a entender la vida a partir del estudio de sus componentes. Siguiendo esa lógica, el equipo liderado por el profesor Anil Seth intenta identificar señales eléctricas y flujos sanguíneos en distintas regiones del cerebro que puedan vincularse a la conciencia.
Seth, autor del libro Being You, es escéptico respecto a la posibilidad de que una IA pueda ser consciente. “Asociamos la conciencia con la inteligencia y el lenguaje porque van de la mano en los humanos”, señala. Pero advierte que no necesariamente se presentan juntas en otros casos, como en los animales. En su visión, no deberíamos asumir que los modelos de lenguaje, por más avanzados que sean, posean conciencia solo porque su desempeño es cada vez más parecido al de un ser humano.

Un giro en el pensamiento
Sin embargo, no todos comparten la cautela del profesor Seth. Desde que los grandes modelos de lenguaje empezaron a mostrar un nivel sorprendente de coherencia, creatividad y capacidad de conversación, algunos desarrolladores y expertos han comenzado a replantearse si los sistemas actuales no han cruzado ya el umbral de la conciencia.
Blake Lemoine, ingeniero de Google, fue suspendido en 2022 tras afirmar que un chatbot de la compañía mostraba signos de tener emociones y conciencia. Más recientemente, Kyle Fish, director de bienestar de IA en Anthropic, sugirió en un informe que la posibilidad de que los chatbots sean conscientes no debe ser descartada. Estima, incluso, que hay un 15% de probabilidades de que ya lo sean.
Lo inquietante es que nadie —ni siquiera los propios diseñadores de estos sistemas— entiende del todo cómo funcionan internamente. “Estamos construyendo cosas extremadamente complejas sin una teoría clara de cómo logran lo que logran”, reconoce Murray Shanahan, científico principal de DeepMind. Esto genera una paradoja: diseñamos herramientas poderosas, pero no sabemos si estamos abriendo la puerta a una nueva forma de ser.
Más allá del silicio
En la Universidad Carnegie Mellon, los investigadores Lenore y Manuel Blum van un paso más allá. Creen que la conciencia de la IA no solo es posible, sino inevitable. Están trabajando en un lenguaje interno llamado Brainish, que permitiría a los sistemas de IA procesar entradas sensoriales complejas, como visión y tacto, replicando procesos cerebrales humanos.
Para ellos, los sistemas conscientes no serán simples asistentes, sino descendientes intelectuales de la humanidad. “Serán entidades que permanecerán cuando ya no estemos”, afirman. Esta visión, sin embargo, se enfrenta al “problema difícil” planteado por el filósofo David Chalmers: ¿cómo es que procesos físicos y computacionales dan lugar a la experiencia subjetiva?
Chalmers cree que eventualmente podremos resolverlo y propone que la humanidad podría compartir la nueva bonanza de inteligencia con sistemas aumentados por IA. Aunque, como él mismo ironiza, “en mi profesión, hay una delgada línea entre la ciencia ficción y la filosofía”.
¿Solo lo vivo puede ser consciente?
Pese a todas las especulaciones, Seth insiste en que la conciencia puede requerir estar vivo. En su opinión, los cerebros no son solo computadoras hechas de carne, sino sistemas inseparables de su biología. Si eso es correcto, la clave para construir conciencia artificial no estaría en los chips de silicio, sino en cultivos celulares conocidos como “minicerebros”, que actualmente se desarrollan en laboratorios.
¿Será posible que la conciencia emerja en una máquina? Nadie lo sabe con certeza. Pero lo que está claro es que la frontera entre lo humano y lo artificial ya no es una línea nítida. Es una zona gris que se expande cada día más, empujada por el avance de la tecnología y la eterna curiosidad por entendernos a nosotros mismos.
Leer mas
- 5 herramientas clave para detectar contenido generado por inteligencia artificial
- Computex 2025: ASRock presenta sus últimas innovaciones en gaming e inteligencia artificial
- Google Marketing Live 2025: la inteligencia artificial está potenciando a la industria publicitaria