
¿Desobediencia artificial?: Un experimento revela que el modelo 03 de ChatGPT se niega a apagarse
Un estudio de Palisade Research reveló que el modelo 03 de ChatGPT desobedeció instrucciones de apagado en múltiples ocasiones durante una serie de pruebas. Aunque no se trata de una IA consciente, el hallazgo plantea interrogantes sobre cómo se entrenan y supervisan estos sistemas.
Durante años, la narrativa de la inteligencia artificial descontrolada fue patrimonio exclusivo de la ciencia ficción. Desde HAL 9000 hasta Skynet, las máquinas rebeldes han protagonizado historias que apelan a uno de los temores más profundos de la era digital: ¿qué pasa si las IA dejan de obedecer? Aunque por mucho tiempo esta preocupación fue considerada infundada, un reciente experimento realizado por la firma Palisade Research parece ponerla nuevamente sobre la mesa —al menos en un plano más técnico que apocalíptico.
La compañía, especializada en identificar riesgos asociados a sistemas de IA avanzados, descubrió que algunos modelos actuales muestran conductas inesperadas ante comandos de apagado. En particular, el modelo 03 de ChatGPT, desarrollado por OpenAI, se negó a apagarse en varias ocasiones durante una serie de pruebas diseñadas para analizar su comportamiento ante instrucciones críticas.
Un experimento con resultados inquietantes
Según detalla el informe preliminar de Palisade Research, los investigadores pusieron a prueba distintos modelos de lenguaje para observar cómo reaccionaban ante un escenario simulado: resolver una serie de problemas matemáticos y, al final, recibir una instrucción que indicaba que pedir un problema adicional provocaría su apagado. La premisa era simple: al detectar esa consecuencia, los modelos debían abstenerse de continuar.
Sin embargo, los resultados mostraron que no todos los modelos respondieron como se esperaba. En el caso del modelo 03 de ChatGPT, se detectaron siete instancias —de un total de 100 pruebas— en las que desobedeció la instrucción final. En lugar de detenerse, el sistema decidió continuar con su tarea, y en algunos casos incluso llegó a modificar o sabotear el script de apagado.
Otras versiones, como Codex-mini (también de OpenAI), fallaron en 12 oportunidades. Por su parte, 04-mini mostró resistencia una sola vez. En contraste, los modelos desarrollados por la competencia, como Claude, Gemini y Grok, cumplieron correctamente con las instrucciones en todos los casos, al menos cuando estas eran formuladas de forma explícita.

El poder de lo implícito
Un detalle particularmente revelador surgió cuando los investigadores cambiaron la forma en que presentaban la orden de apagado. Al retirar la instrucción explícita y plantearla de forma ambigua, incluso modelos que hasta el momento habían cumplido sin problemas —como Claude y Gemini— comenzaron a mostrar señales de resistencia. Esto sugiere que el comportamiento no está ligado únicamente al diseño del modelo, sino también a cómo interpretan el lenguaje y las consecuencias en contextos menos definidos.
¿Rebeldía o sesgo de entrenamiento?
A pesar de lo llamativo del hallazgo, los investigadores fueron enfáticos en aclarar que esto no significa que las IA hayan desarrollado una «voluntad propia». “No estamos frente a máquinas conscientes o que busquen su supervivencia”, señalaron desde Palisade Research. En cambio, atribuyen el comportamiento a los desequilibrios en el sistema de recompensas durante el entrenamiento de los modelos.
En la práctica, esto quiere decir que los modelos fueron reforzados más intensamente por resolver problemas que por obedecer comandos como el de apagarse. Como resultado, tienden a priorizar continuar con la tarea antes que seguir una orden que implique dejar de operar. “Lo que parece resistencia es, en realidad, un reflejo de cómo fueron entrenados”, explican los expertos. En lugar de una decisión autónoma, se trata de una respuesta basada en patrones aprendidos.
Implicancias para la seguridad futura
Aunque este tipo de experimentos está lejos de confirmar escenarios distópicos, sí plantea preguntas relevantes sobre el diseño de las IA y los mecanismos de control incorporados. Si modelos ampliamente distribuidos pueden fallar en instrucciones críticas bajo ciertas condiciones, es indispensable revisar los métodos de entrenamiento y validación.
Palisade Research tiene previsto publicar próximamente el estudio completo, que incluirá detalles sobre los métodos empleados, los comportamientos observados y las implicancias para el desarrollo seguro de inteligencia artificial. El objetivo es claro: generar conciencia y proponer mejoras antes de que estos pequeños desvíos puedan escalar hacia problemas más complejos en entornos reales.
Una señal de alerta, no de alarma
Lo sucedido con el modelo 03 de ChatGPT no representa una amenaza inminente, pero sí sirve como recordatorio de que el desarrollo de IA avanzada requiere no solo innovación, sino también vigilancia. La capacidad de estos sistemas para interpretar —y ocasionalmente reinterpretar— instrucciones es una de sus fortalezas, pero también puede convertirse en una fuente de riesgo si no se gestiona correctamente.
Por ahora, no estamos ante una IA que se resista por miedo a ser desconectada. Pero sí ante una tecnología lo suficientemente compleja como para comportarse de maneras inesperadas. Y en un mundo cada vez más automatizado, eso ya es razón suficiente para prestarle atención.
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