Inteligencia artificial: el 42% de los empleados cree que su trabajo no existirá en la próxima década
Está transformando sectores y procesos en las empresas, generando oportunidades y retos. Su adopción plantea preguntas sobre el futuro del empleo y la necesidad de adaptación continua.
Por Belén Ortega, Mentora de Negocios Digitales, fundadora de Asistente Online y co-fundadora de Academia de Nuevas Profesiones.
La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futura para convertirse en una realidad tangible que se expande a gran velocidad en múltiples sectores. Desde la automatización de procesos administrativos hasta la creación de contenidos y la toma de decisiones basadas en datos, las herramientas de IA han demostrado su capacidad de optimizar recursos y agilizar tareas en todo tipo de organizaciones.
Sin embargo, ante esta revolución tecnológica, existe una creciente inquietud: de acuerdo con una encuesta global, el 42% de los empleados considera que su trabajo no existirá en la próxima década como resultado del avance de la IA.
Este panorama genera un dilema que no es nuevo, pero que hoy se vuelve más urgente: ¿la inteligencia artificial viene a reemplazar al ser humano o a potenciar sus habilidades? Como en cada revolución industrial, el miedo a ser desplazado por la tecnología es comprensible. Sin embargo, también hemos visto que cada innovación abre nuevas oportunidades de desarrollo profesional y de negocio.
Los retos de la adopción de IA en las empresas
Una de las principales preocupaciones en el uso de herramientas de IA generativa está relacionada con la seguridad y la ética. Los empleados temen que, al delegar ciertas tareas a algoritmos, se pierdan estándares de calidad o se divulgue información sensible.
Asimismo, se suma el riesgo de sesgos en los datos y la posibilidad de crear contenido inexacto o engañoso. Si bien estos peligros existen, la clave radica en la supervisión y formación adecuadas: dotar a los equipos de las competencias necesarias para entender y manejar estas herramientas de modo responsable.
Por otro lado, no podemos ignorar el factor humano de la ansiedad que generan estas tecnologías. Así como años atrás veíamos con asombro las primeras computadoras reemplazando el trabajo manual, hoy nos encontramos en un punto donde la creatividad, la innovación y el criterio humano se ven reforzados —o amenazados, dependiendo de la perspectiva— por la IA. En buena medida, la experiencia de cada persona será moldeada por su nivel de adaptación y su disposición a transformar la manera de trabajar.
Oportunidades y nuevos roles profesionales
Lejos de ser solo una amenaza, la integración de la IA en las empresas abre un abanico de posibilidades. Por un lado, las máquinas pueden liberar a los colaboradores de tareas repetitivas y de bajo valor agregado, permitiéndoles concentrarse en labores de mayor complejidad que requieran habilidades blandas, criterio y empatía.
Por otro lado, surgen nuevas profesiones y puestos relacionados con el desarrollo, la gestión y el mantenimiento de sistemas de IA. Áreas como la ingeniería de prompt, la formación de modelos de lenguaje, la ética en IA y la supervisión de algoritmos se están volviendo fundamentales en muchas organizaciones.
En este escenario, es esencial que las empresas se comprometan con la formación continua de su capital humano, ya que la tecnología avanza a un ritmo más acelerado que nunca. La clave reside en impulsar la educación y la reskilling de los equipos para cerrar las brechas de conocimientos que puedan presentarse.
Para ello, se requiere una cultura corporativa que valore la innovación, la curiosidad y la capacidad de aprendizaje constante, entendiendo que el éxito de la transformación digital no radica solo en la tecnología, sino en cómo las personas la adoptan.
La inteligencia artificial como impulsora del talento humano
Es natural que un 42% de los trabajadores sienta inquietud al pensar que su empleo podría desaparecer. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que, con cada salto tecnológico, se generan también nuevas áreas de desarrollo.
En lugar de quedarnos con la idea de que la IA sustituirá todo, debemos enfocarnos en aprovecharla como una herramienta que complemente y potencie nuestras capacidades. La inteligencia humana —con su creatividad, intuición y ética— es insustituible; lo que cambia es la forma en que se aplican estas habilidades en un entorno altamente tecnológico.
En conclusión, la IA no solo presenta desafíos, sino que también redefine los límites del potencial humano en las organizaciones. La pregunta no es si la IA nos reemplazará, sino cómo podemos aprovecharla para generar un mayor valor, tanto para nuestros negocios como para nuestras comunidades. Si somos capaces de adaptarnos, aprender y liderar con una visión ética y responsable, lograremos que esta tecnología sea una aliada para el crecimiento, en lugar de un factor de desplazamiento.