Estamos hablando de dispositivos que van mucho más allá de las cámaras térmicas como las conocíamos hasta ahora, con capacidades como medir rangos de temperaturas que van desde los -20 a los 650 grados centígrados y portátiles al punto de poder ser manejadas manualmente con gran facilidad o montadas en un trípode.
Ver en funcionamiento familias de dispositivos como las cámaras termográficas Cygnus es una experiencia que demuestra cómo se ha acelerado el desarrollo de esta tecnología en los últimos años.
No sólo estamos hablando de medir y registrar amplios rangos de temperatura con precisión de dos grados centígrados, sino de que un dispositivo totalmente manual que puede pasar a la visión óptica del objetivo, porque también integra una cámara de video, y capturar hasta cinco mil imágenes en su memoria interna.
Sus capacidades de programación permiten definir puntos, líneas y áreas de medición, con indicación de mínimo, máximo y promedio.
Como todo dispositivo portátil la autonomía es una de los aspectos claves, tomando en cuenta el alto consumo que requieren las prestaciones de los mismos, sin embargo la utilización de baterías de Ion-Litio proporcionan una duración estimada de 3 horas de operación continua.
Son elementos que requieren de una inversión considerable, pero totalmente equilibrada con las prestaciones y diversidad de aplicaciones en las que pueden ser usados. En este punto nos podría comenzar a preocupar su durabilidad ante el uso en condiciones extremas, pero esto también lo tienen bien resuelto a través de un encapsulado que es apto para intemperie de grado IP66 y una protección contra caídas desde 2 metros de altura.
Uno de los miembros de la familia Cygnus que se destaca es la cámara tipo mira térmica de 384x288px con capacidad de detectar objetivos hasta 400 metros. Su tamaño la hace apta para ser montada como una mira y cuenta con un láser indicador de escena.
