
Drones: Nuevos casos de uso y qué tener en cuenta a la hora de contratarlos
A la hora de abordar un posible uso de drones, es necesario entender cuáles son las limitaciones regulatorias y qué tipo de expertise es necesario para cada caso en particular. De la mano de expertos, analizamos casos de uso (algunos muy novedosos), modelos y legislación vigente para que una organización pueda sacar provecho de este recurso.
Acaso la industria que mejor supo sacar provecho del uso de drones fue la audiovisual. Un altísimo porcentaje de la actividad “dronera” está relacionado con esa industria vertical, abarcando producciones para cine, publicidad, TV, noticieros, espectáculos de todo tipo y cobertura de eventos (públicos y privados). “Obviamente, en toda esta actividad hay una parte formal y otra informal”, advierte Mariano Uminsky, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Drones y Afines (CAEDYA). La cámara fue fundada hace tres años, y en la actualidad agrupa a una veintena de empresas que proveen equipamiento y servicios de toda la República Argentina.

La cuestión regulatoria no es un tema menor. Para Uminsky, estas regulaciones están pensadas para mitigar los riesgos, evitar accidentes, siempre a favor de la seguridad operacional. El especialista da un ejemplo: “La legislación actual prohíbe volar de noche. Y sin embargo hay fotógrafos que ofrecen ese adicional en cumpleaños de 15 y casamientos”. Quien quisiera volar de noche, aclara, debería acogerse a una excepción, lo cual requiere de la presentación de cierta documentación y la realización de ciertos trámites ante la autoridad (en este caso la ANAC, que es la Administración Nacional de Aviación Civil de la Argentina). El profesional (más allá de cumplir con los requisitos para pilotear un dron y tener los seguros correspondientes) debería hacer un relevamiento diurno de la zona a cubrir para detectar cables en altura y vegetación, determinado así cómo será el vuelo, y con ese relevamiento debería solicitar la autorización ante la ANAC. Vale aclarar que también está prohibido el vuelo en un radio de cinco kilómetros alrededor de aeropuertos y helipuertos, o sobre aglomeraciones de personas y zonas densamente pobladas. A consecuencia de esto, buena parte del casco urbano de la Ciudad de Buenos Aires está (salvo excepciones) vedada para los drones, desalentando por ejemplo actividades como el delivery a través de estos dispositivos.
Uminsky admite que “la logística con drones es un vertical que está creciendo, aunque con muchas salvedades. Hay proveedores de servicios de drones que están trabajando fuertemente en esto, y el tema está generando inquietudes tanto en los empresarios como en la legislación”. El presidente de CAEDYA considera que “muy difícilmente en los próximos años se vaya a dar un servicio B2C (a consumidor final), donde un negocio puede enviarle un paquete a su cliente. Ahora bien, en el ámbito B2B (entre empresas) probablemente sí se pueda resolver. Hemos evaluado casos en Vaca Muerta, en la localidad de Añelo (una suerte de oasis petrolero en el desierto de Neuquén, en la Patagonia Argentina, que está siendo relevado y explotado por más de treinta empresas del sector). Cerca de Añelo está Zapala, donde están instalados numerosos proveedores de las empresas que trabajan en Vaca Muerta. Allí, por ejemplo, hay almacenes con repuestos de las maquinarias que hacen extracción en Vaca Muerta. Pero la ruta que va de Zapala a Añelo quedó chica, lo cual dificulta el traslado de un repuesto en caso de que una máquina se rompa. Tener parado un pozo petrolero o una estación de extracción por la falta de un repuesto cuesta mucho dinero. En este caso, sí sería posible levantar un dron con el repuesto que se necesita y enviarlo desde Zapala a Vaca Muerta”, asegura Uminsky, quien también es socio gerente de Neovip: una empresa proveedora de servicios de drones y entrenamiento, con un equipo de ingenieros en distintas ramas y más de veinticinco pilotos.
En otros casos (tómese el ejemplo de un equipo periodístico que debe cubrir un accidente, un hecho imprevisible), los responsables del vuelo deben hacer aprobar ante la ANAC un documento llamado Manual de Operaciones del Explorador (MOE) donde se enumeran los drones registrados para esa actividad, se identifican los pilotos, se detalla la actividad que se va a realizar en términos generales y de qué manera se mitigan los riesgos, explica Uminsky. Los mencionados son tan sólo algunos ejemplos de cómo se compatibiliza la actividad dronera con el cumplimiento de normas para la seguridad operacional y la mitigación de riesgos. Es recomendable que quien contrate a un proveedor de servicios de drones verifique la seriedad y el apego a las normas de dicho proveedor.
Sobrevolando los casos de uso
Uminsky observa que está creciendo aceleradamente el uso de drones en actividades agropecuarias (muy particularmente en el Agro). “Cada vez ha más software que, con la asistencia de inteligencia artificial, puede hacer análisis predictivo de lo que sucederá con un cultivo”, señala. El insumo de estos algoritmos son imágenes tomadas a través de drones, usando cámaras de distinto tipo (RGB, multiespectrales, térmicas). A partir de estas imágenes, que luego son procesadas a través de este software, se puede diagnosticar si los cultivos requieren más agua, el estado del suelo, o la presencia de ciertos agentes biológicos nocivos, por dar algunos ejemplos. “Nosotros también ofrecemos servicios de fumigación con drones”, explica Uminsky. Son drones especiales que pueden cargar hasta 25 litros de la sustancia a fumigar. Este tipo de servicio aplica a áreas que son de difícil acceso, o no se podrían cubrir con una avioneta, permitiendo además fumigaciones puntuales (el dron puede volar a un metro de altura). De esta forma, se evita alcanzar cursos de agua, o incluso edificaciones cercanas al lugar que se está fumigando, razón por la cual varios municipios los contrataron en la campaña contra el dengue. Obviamente, la rentabilidad a la hora de fumigar grandes áreas favorece el uso de otros medios. Estos mismos drones, con otros accesorios, también son aptos para la siembra y reforestación aérea (en lugar de líquido llevan pellets con semillas).
“Otro servicio que está creciendo muchísimo es el de las inspecciones industriales, utilizando drones con cámaras térmicas”, asegura Uminsky. Antes del uso de drones, para hacer el mantenimiento preventivo de una línea de alta tensión, por dar un caso, había que contratar un helicóptero. El helicóptero recorría toda la línea y alguien filmaba a través de una cámara térmica todo ese recorrido. Este tipo de operaciones resulta oneroso y plantea riesgos tanto para el vehículo como para sus ocupantes. “Con un dron, esos riesgos desaparecen”, asegura el especialista. Por otro lado, volar cerca de elementos con un fuerte campo electromagnético es un riesgo en sí mismo. Hay drones especialmente diseñados para estas aplicaciones, cuya electrónica está preparada para operar en presencia de estas interferencias. “Hoy con un dron podría inspeccionar una línea de alta tensión, verificando si hay calentamiento a lo largo de todo el despliegue. Incluso puedo hacer un zoom para ver en detalle cualquier anomalía (materiales oxidados, filamentos cortados). E incluso los equipos nuevos (tal el caso de los DJI Matrice 300 RTK) permiten no sólo geoposicionar y registrar la altura de cada imagen, sino establecer en que ángulo fue tomada esa imagen, de modo que a la semana o al mes siguiente es posible obtener exactamente la misma foto y hacer comparaciones”.

Otra de las aplicaciones más populares está relacionada con fotogrametría (Puede profundizar sobre este tema, aquí), una técnica que permite captar desde la altura imágenes referenciadas de confianza que luego pueden ser usadas en planimetría. Esto hace que los catastros municipales hoy utilicen drones. Adicionalmente, los drones también están siendo incorporados por las fuerzas de seguridad, por ejemplo, en tareas de inteligencia previa a los allanamientos y durante el proceso. En la misma cuerda que lo anterior, los rondines de vigilancia también hoy pueden ser realizados a través de los drones. “Hay drones con altoparlantes y luces, que están siendo usados para disuasión”, aclara Uminsky. Con todo, estas aplicaciones requieren que el personal de seguridad esté capacitado para operar un dron. “El vuelo autónomo está prohibido. Siempre tiene que haber un operador para que en cualquier momento ese operador tome el control”, recalca el presidente de CAEDYA, y compara esta medida con lo que sucede en los vuelos comerciales: a pesar de que los aviones pueden volar de forma autónoma, siempre debe haber personal de cabina detrás de los instrumentos.
Uno de los grandes problemas que presentan los drones tradicionales es la autonomía, por lo que una nueva categoría de drones, los drones cautivos, está empezando a pisar con fuerza en algunos casos de uso. “Estas unidades vienen con un cable de hasta 500 metros, que permite levantar un dron y tenerlo hasta 24 horas funcionando”, explica Uminsky. Estos equipos aplican a casos de uso en el vertical de Seguridad (para monitorear una zona) y también aplican al monitoreo de incendios forestales. “Los focos de incendios van cambiando (dependiendo de cuan avanzado esté el verano y otras variables), lo cual hace oneroso o poco práctico levantar torres con cámaras térmicas para monitorear esos focos”. Con un dron cautivo que tenga una cámara térmica es posible levantar rápidamente el dron y, cuando cambia el foco, desplegarlo en otro lado (usualmente de manera vertical). La innovación no viene dada por el dron en sí, sino por el dispositivo de alimentación que es compatible con varios modelos de drones.
¿Qué hay que tener en cuenta antes de contratar un dron?
Mariano Uminsky, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Drones y Afines (CAEDYA), recomienda:
- Comprobar que los drones que se van a utilizar estén registrados ante la ANAC (equivale a tener la cédula verde de un vehículo automotor). ANAC entrega entonces una matrícula que comienza típicamente con las letras VNT y luego sigue con cuatro números.
- Comprobar que quien operará el dron tiene su licencia (equivale al registro de conducir).
- El proveedor del servicio tiene que cumplir con el seguro obligatorio de responsabilidad civil en aeronave. También podría tener un seguro más amplio, pero no menos.
- Dependiendo de la operación que vaya a hacer, existe un documento que entrega la ANAC, la autorización de operación con VANT (Vehículo Aéreo No Tripulado). Este documento certifica que se haya aprobado el manual de operaciones (donde se especifica quién va a volar, qué va a volar y cómo lo va a volar).
- De todos modos, la empresa de servicios debería asesorar al contratante sobre las zonas, horarios y alturas en las que se pueden volar drones.
La dimensión interior

Vantit es una empresa de servicios y tecnología de drones especialmente diseñados para explorar interiores, que desde 2021 es el único distribuidor autorizado para la Argentina, Paraguay y Uruguay del fabricante suizo Flyability. Los drones de Flyability fueron pensados para operar en lugares inaccesibles o confinados, especialmente en aplicaciones dentro de edificios, silos, tanques, tuberías, alcantarillas, chimeneas y plantas industriales. “En noviembre estaremos ya certificando como centro de entrenamiento y centro de soporte oficial para dar servicio a los tres países”, cuenta Fabián Crivaro, socio fundador de Vantit.
Usar esta clase de drones en inspecciones en interiores minimiza el riesgo de accidentes personales (por ejemplo, de personas trabajando en altura o lugares peligrosos), los preparativos (por ejemplo, el tiempo y el personal abocado a la construcción de andamios) y los costos asociados a este tipo de actividades. Flyability nace en 2014 como un spin off del Ecole Polytechnique Federale de Lausanne¸ y sus drones fueron concebidos desde el inicio para esta clase de aplicaciones.
Si hay algo que llama la atención de estos drones es que incluye una suerte de carcasa que le permite rebotar contra las paredes (invirtiendo la lógica de funcionamiento de otros drones, que evitan los obstáculos). Gracias a esta carcasa el dron no sólo resiste colisiones, sino que puede apoyarse en la pared para hacer giros, en caso de ser necesario. Crivaro explica que, en los espacios confinados, frecuentemente no hay señal de GPS, por lo cual el sistema de posicionamiento de estos drones difiere de los que tienen los drones de exteriores. “El dron Elios 2, por ejemplo, se maneja a través de siete sensores. Estos sensores y los algoritmos incluidos en el firmware son los que le permiten ubicarse”.
El otro gran diferencial de estos drones es el sistema de iluminación que se adapta a la carencia parcial o total de luz y a la alta densidad de polvo en el aire. El dron cuenta con varios LEDs que de manera conjunta proporcionan hasta 10.000 lumens, e incluye un modo de iluminación oblicua que evita el rebote del haz en el polvo y a la vez ayuda a destacar los detalles de la superficie a analizar. Al igual que sucede con otros drones, el dispositivo soporta cámaras 4K y térmicas, y las plataformas de software asociadas habilitan modelado en 2D y 3D, y marcar puntos de interés, entre otras posibilidades. “Lo más importante es que el piloto del dron Y los inspectores están fuera del activo que se está inspeccionado, lo cual minimiza el riesgo de accidentes”, remarca Crivaro.
“Las industrias verticales donde más se ha desarrollado el uso de este tipo de drones son Petróleo & Gas, Energía, Minería, Químicas y Alimenticias. Agro será, seguramente, un vertical que se va a desarrollar muchísimo en América Latina y la Argentina”, sostiene Crivaro. Estos drones también permiten inspeccionar las hélices de los aerogeneradores (las grandes torres con turbinas eólicas para generación eléctrica), que es algo muy difícil de hacer de otra manera.
En materia energética, Crivaro recuerda el caso de Pampa Energía, que debía inspeccionar sus calderas: unas estructuras de decenas de metros de altura, que para su inspección requieren el apagado del sistema y la construcción de costosos andamios. Toda la inspección abarca entre cinco y seis días. El departamento de I+D de Pampa Energía se contactó con Flyability en 2017, quienes mandaron un equipo de profesionales y drones desde Suiza para concretar la prueba de concepto. “La idea era inspeccionar una caldera de la central térmica de Bahía Blanca”, comenta Crivaro. “La inspección de la caldera les llevó alrededor de una hora, por la mañana. Esto les dio la posibilidad de explorar una segunda caldera, y en esa exploración descubrieron que el motor de la caldera estaba roto, con la ventaja de que todavía dicho motor se encontraba dentro del período de garantía, algo que no habría pasado de hacer la exploración como estaba programada originalmente”.
Otro caso, más reciente, se dio en Perú en una minera andina a 4600 metros de altura, donde se usa el Elios 2 para recorrer la mina con un dron (con la dificultad inherente de volar a 4600 metros de altura). Además del modelo Elios 2, hay una variante (Elios 2 RAD) utilizada para inspeccionar sitios con radiación nuclear. Este modelo cumple, una vez más, con el objetivo de no enviar personas allí donde hubiere riesgo de salud.
