Argentina, semillero de empresas Deep Tech: biotecnología en auge y desafíos de inversión
Lino Baraño, doctor en Química y ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, habló sobre las startups especializadas en desarrollo de fármacos para curar el cáncer y enfermedades autoinmunes. Las oportunidades de negocio y las dificultades que enfrenta el sector
En un panorama global donde la innovación tecnológica marca la pauta, Argentina se posiciona como un semillero de empresas Deep Tech, gracias a una comunidad científica que ya es tradición en el país. Cabe señalar que la Argentina es el país con el mayor número de startups de Deep Tech en América Latina. Hay 103 empresas de Deep Tech a nivel local. El dato surge del estudio Deep Tech, La Nueva Ola, elaborado por el BID Lab, el laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarollo, AIR Capital, Cites, Deloitte, Draper Cygnus, The Ganesha Lab, GridX y Lab+.
Según Lino Barañao, doctor en química y ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, el crecimiento de este sector representa “un cambio en la matriz productiva” del país. Las Deep Tech, que engloban empresas que ofrecen soluciones tecnológicas que incluyen desde biotecnología hasta inteligencia artificial (IA), han encontrado un terreno fértil en el talento local y en el compromiso de investigadores que, en muchos casos, han decidido emprender fuera del ámbito académico.
Biotecnología: motor económico con sello argentino
En el corazón de esta transformación está la biotecnología. Argentina, conocida tradicionalmente por sus recursos naturales, hace un tiempo se comenzó a destacar en áreas innovadoras como el desarrollo de cultivos optimizados mediante el uso de IA y la creación de medicamentos que marcarán un antes y un después. “Hoy no es la química tradicional la que cumple ese rol, pero sí la biotecnología”, señala Barañao, quien menciona ejemplos como las investigaciones lideradas por Gabriel Rabinovich y su empresa Galtec, orientadas a desarrollar fármacos contra el cáncer y enfermedades autoinmunes.
Estos proyectos no solo generan conocimiento y avances científicos, sino que también impactan en el empleo. “Una startup biotecnológica, al crecer, necesita expertos en diversas áreas: desde biología y química, hasta contaduría y derecho”, destaca Barañao. Este efecto derrame fortalece el tejido económico y social del país.
Además, aceleradoras de empresas, como las que han surgido en los últimos cinco años, están desempeñando un papel crucial al conectar proyectos prometedores con financiamiento y formación en modelos de negocio internacionales.
Recortes en inversión y el impacto en el ecosistema científico
Sin embargo, el florecimiento de las Deep Tech no está exento de obstáculos. Argentina invierte apenas el 0,21% de su PBI en ciencia y tecnología, muy lejos de países como Israel (4,3%) o Estados Unidos (3%). Pese a la existencia de una ley que debería garantizar un 0,39%, esta meta sigue sin cumplirse.
La situación se agrava con retrasos en la ejecución presupuestaria y la falta de pagos para proyectos ya aprobados. Barañao remarca que «el Ministerio de Ciencia ejecutó apenas el 2% de su presupuesto en 2024», lo que dificulta tanto la investigación básica como la formación de nuevos talentos. “Cuando se te empiezan a ir los becarios porque no pueden hacer una tesis, porque no hay recursos, tenés un problema”, advierte.
Según Barañao, si no se corrige el rumbo, Argentina corre el riesgo de perder a una generación de científicos, lo que dificultará aún más la recuperación del ecosistema.
Cognición cultural y la relación entre ciencia y sociedad
A los desafíos económicos se suma una barrera cultural. La percepción pública de la ciencia y la tecnología ha cambiado en un contexto marcado por la polarización social. «Hay un sociólogo de Yale en Estados Unidos, que habla de la cognición cultural, que es un concepto muy interesante y dice lo siguiente: ´Una persona suscribe o no determinada aseveración, dependiendo de cómo piense que suscribirla o no, lo aleja o acerca del grupo con el cual cree compartir valores´”, cita Baraño.
Este fenómeno implica que las personas adoptan o rechazan ideas según su alineación con los valores del grupo al que pertenecen. En este contexto, la comunidad científica enfrenta dificultades para comunicar la importancia de la inversión en ciencia, en un país donde las necesidades básicas muchas veces prevalecen en el debate público.
El futuro de las Deep Tech
Pese a todo, la innovación en Deep Tech en Argentina avanza con fuerza, demostrando que el conocimiento puede ser un motor de desarrollo. Las historias de éxito como las de Galtec o las startups que aplican IA en agricultura son un testimonio de que, incluso en condiciones adversas, el talento puede abrir nuevos caminos. El desafío está en que esto se pueda sostener en el tiempo y que los investigadores que se formaron en el país y hoy lideran muchas de esas compañías no emigren y sigan apostando a la Argentina.
A futuro, será esencial encontrar un equilibrio entre la inversión estatal y privada para garantizar que las ideas y proyectos no se queden en el camino. Como concluye Baraño , el desarrollo basado en conocimiento no solo genera divisas, sino que contribuye a crear un país con más empleo y oportunidades.
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