
Marina Arias: las 3 claves de la nueva economía
Sistema B Argentina impulsa un cambio de paradigma en el mundo empresarial, promoviendo modelos de negocio que equilibran rentabilidad e impacto positivo en la sociedad y el ambiente.
Sistema B Argentina es una organización que forma parte de un movimiento global que impulsa una nueva economía. Según Marina Arias, Licenciada en Comunicación Social y Directora Ejecutiva de la organización, este enfoque busca priorizar a las personas y al planeta en las decisiones económicas, desafiando la concepción tradicional de rentabilidad. «Pensar que el dinero puede estar en función de algo más» es el eje central de esta transformación, señala.
El propósito de Sistema B es generar un cambio de paradigma en la manera en que las empresas operan y generan impacto. La organización considera que las empresas son actores clave en esta transición hacia una economía más equitativa y sostenible.
La certificación B y su impacto
Uno de los ejes fundamentales de su trabajo es la certificación B, un sello que avala la gestión empresarial bajo un modelo de triple impacto: económico, social y ambiental. No obstante, Arias aclara que la certificación no es el único propósito del movimiento: «Nosotros lo que impulsamos es el cambio de paradigma. Ese cambio principalmente tiene que ver con un cambio de mentalidad, con pensarnos de otra manera». En este sentido, la certificación funciona como una herramienta para demostrar que es posible gestionar empresas con altos estándares en estos tres aspectos.
Para obtener la certificación B, las empresas deben atravesar una evaluación de impacto B, una herramienta gratuita y adaptable según la industria y el tamaño de la empresa. Arias destaca que esta evaluación se distingue del análisis financiero tradicional al considerar cinco dimensiones clave: trabajadores, medio ambiente, gobernanza, comunidad y clientes. «La evaluación de impacto B tiene unos 200 puntos. Una empresa promedio argentina tiene alrededor de 40 puntos. Para certificarse, debe superar los 80 puntos, lo que implica altos estándares de gestión», explica.

El proceso de certificación es supervisado por B Lab, un socio global de Sistema B, y es el mismo en todos los países. Actualmente, más de 9.500 empresas en el mundo cuentan con esta certificación, lo que demuestra el crecimiento del movimiento y su impacto global.
El rol de Sistema B en la transformación empresarial
Arias también aclara que Sistema B no es una consultora que brinda asesoramiento personalizado a empresas para mejorar su impacto, sino que su rol es más amplio. «Nosotros no acompañamos de esa forma. Lo que hacemos es impulsar a las empresas en esa transformación y brindar herramientas», subraya.
Uno de los aspectos clave de esta transformación es la adopción de modelos de negocio de impacto, que van más allá de la responsabilidad social empresaria (RSE). Para Arias, esto implica repensar la razón de ser de las empresas: «Pensar la empresa desde la solución. Tener un propósito más allá de la rentabilidad». En consecuencia, a medida que la empresa crece, también lo hace el impacto positivo que genera.
Ejemplos de impacto: el caso de Grupo Mitre
Como ejemplo del impacto de la certificación B, menciona el caso de Grupo Mitre, una empresa de demoliciones en Argentina que ya tenía incorporado el reciclaje en su modelo de negocio. Al conocer Sistema B, descubrieron que muchas de sus prácticas estaban alineadas con el movimiento, pero la evaluación de impacto B les permitió estructurar mejor sus procesos y asegurar la sostenibilidad de sus acciones. «Lo que trae la evaluación es mucho proceso. ¿Cómo demostrás lo que hacés? ¿Cómo asegurás que más allá de tu voluntad eso sea intrínseco a la empresa?», reflexiona Arias.
La certificación también los llevó a cuestionarse otras dimensiones de su impacto, como la inclusión de mujeres en un sector tradicionalmente masculinizado como la construcción. «En una obra, ¿tenés mujeres? Habitualmente no nos preguntamos eso», menciona. Grupo Mitre decidió incorporar mujeres en sus equipos de trabajo, lo que inicialmente generó resistencia y desafíos operativos, como la necesidad de adaptar la infraestructura de las obras. Con el tiempo, lograron avances significativos y hoy cuentan con la primera maquinista mujer en Latinoamérica, lo que les ha valido reconocimiento y premios en el sector.

Un cambio de paradigma irreversible
En un contexto global donde algunos discursos parecen retroceder en temas de diversidad, inclusión y sostenibilidad, Arias sostiene que el cambio de paradigma es irreversible para quienes han desarrollado una nueva conciencia sobre estos temas. «Cuando uno entiende las cosas de otra forma y tiene otra mirada profundamente, es algo que no se puede frenar». Aunque reconoce que algunas organizaciones han dado marcha atrás en sus compromisos con la diversidad y la equidad, considera que esto evidencia que el discurso previo no estaba completamente consolidado.
Desde su perspectiva, el impacto positivo de las empresas no solo es una cuestión ética, sino también estratégica. En un mundo donde los consumidores y las nuevas generaciones valoran cada vez más el compromiso con el bienestar social y ambiental, las empresas que incorporan estos principios pueden diferenciarse y generar valor sostenible en el tiempo. «La evaluación de impacto B y nuestra propuesta tienen más que ver con este cambio cultural, una especie de despertador de que podemos hacer las cosas de otra manera», concluye Arias.
En definitiva, el movimiento B busca demostrar que es posible un modelo de negocio donde la rentabilidad y el impacto positivo vayan de la mano. A través de la certificación B, la capacitación y el acompañamiento a empresas, Sistema B Argentina continúa impulsando una transformación que, aunque enfrenta desafíos, parece estar consolidándose como una nueva forma de entender el éxito empresarial.
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