OpenAI recurre a Google Cloud para sostener el crecimiento de ChatGPT
Ante el crecimiento acelerado de sus servicios, OpenAI incorporó a Google Cloud como nuevo proveedor de infraestructura para ampliar su capacidad operativa y asegurar el rendimiento de sus modelos de inteligencia artificial en todo el mundo.
OpenAI ha sumado a Google Cloud como nuevo socio estratégico para fortalecer la infraestructura que sostiene sus modelos de inteligencia artificial, incluido el cada vez más popular ChatGPT. El acuerdo, confirmado en julio de 2025, marca un giro significativo en la estrategia operativa de la compañía dirigida por Sam Altman, y pone en evidencia cómo la necesidad de cómputo masivo puede forjar alianzas incluso entre rivales.
Aunque OpenAI mantiene una relación histórica y prioritaria con Microsoft, tanto como inversionista como proveedor de servicios en la nube a través de Azure, el crecimiento sin precedentes en el uso de sus modelos de IA ha obligado a la empresa a diversificar. Y no se trata solo de escala: también están en juego la resiliencia operativa, la eficiencia de costos y el acceso a tecnologías especializadas.

Por qué Azure ya no alcanza
Desde el lanzamiento de ChatGPT, OpenAI ha experimentado un crecimiento exponencial. A medida que sus modelos se vuelven más complejos, también lo hace el volumen de usuarios y la cantidad de consultas simultáneas. Esa combinación genera una presión constante sobre la capacidad de procesamiento, especialmente en las fases de entrenamiento e inferencia.
Hasta ahora, gran parte de esa carga era absorbida por Azure, pero la saturación global de chips de alto rendimiento, como las GPU de Nvidia, planteó un desafío cada vez más difícil de manejar. En este contexto, sumar a Google Cloud no es solo una opción lógica: es una necesidad operativa.
Acceso a TPUs y eficiencia de cómputo
Uno de los aspectos más relevantes del acuerdo es el acceso de OpenAI a las TPU (Tensor Processing Units) de Google, chips especialmente diseñados para tareas de inteligencia artificial. Aunque no se trata de las versiones más avanzadas —Google se reserva ese hardware para sus propios productos, como Gemini—, esta es la primera vez que OpenAI utiliza de forma significativa procesadores distintos a los de Nvidia.

Las TPUs permiten reducir el costo por inferencia y mejorar la eficiencia energética, dos factores clave en el actual contexto de alta demanda. Además, diversificar el tipo de hardware reduce la dependencia tecnológica y abre nuevas posibilidades de optimización.
Beneficios de operar en múltiples nubes
Más allá del hardware, el paso hacia una arquitectura multicloud implica beneficios más amplios. Google Cloud ofrece presencia en múltiples regiones, lo que permite a OpenAI acercar sus servicios a usuarios de todo el mundo, reducir la latencia, cumplir regulaciones locales y mejorar la disponibilidad en momentos de alto tráfico. La carga computacional puede distribuirse dinámicamente, evitando cuellos de botella y mejorando la experiencia del usuario.
Una alianza entre rivales
La colaboración entre OpenAI y Google podría parecer paradójica: después de todo, ambas empresas compiten directamente con productos de IA conversacional —ChatGPT y Gemini, respectivamente— y están en una carrera feroz por dominar el futuro de la inteligencia artificial. Sin embargo, esta alianza refleja una dinámica cada vez más común en el sector: la coopetencia, donde competidores estratégicos se convierten en aliados tácticos.

La razón es simple: los recursos de cómputo para IA son tan demandantes que incluso las compañías más grandes deben buscar soluciones compartidas. Google, por su parte, no solo se beneficia económicamente del acuerdo (una fuente adicional de ingresos para su división cloud), sino que también refuerza su posicionamiento como proveedor de infraestructura de alto nivel para terceros, más allá de sus propios desarrollos.
Desafíos de integración y límites del acuerdo
A pesar de sus beneficios, la adopción de una infraestructura multicloud no está exenta de desafíos. Federar cargas de trabajo entre proveedores implica una complejidad técnica considerable: desde la sincronización de datos hasta la seguridad, pasando por la compatibilidad de sistemas y modelos.
Además, aunque OpenAI tiene acceso a las TPUs de Google, no puede utilizar los chips más avanzados que la compañía reserva para sí misma. Este límite evidencia cómo, incluso dentro de las alianzas, persiste una dosis de competencia estratégica y celos tecnológicos.

Por otra parte, gestionar relaciones con múltiples proveedores también requiere una sofisticación contractual y operativa que no todas las empresas están preparadas para asumir. Pero OpenAI, que se posiciona en el centro del desarrollo de la IA global, parece estar dispuesta a afrontar ese nivel de complejidad si eso le garantiza continuidad, escalabilidad y soberanía tecnológica.
Un modelo que se consolida en el sector
La decisión de OpenAI no es aislada. Varias compañías tecnológicas de alto calibre están optando por arquitecturas multicloud, tanto para evitar bloqueos como para optimizar costos o aumentar su margen de negociación frente a proveedores. La flexibilidad, hoy más que nunca, es poder.
Y más allá de las cuestiones técnicas, esta estrategia también tiene impacto para los usuarios finales y desarrolladores: menor latencia, despliegue más rápido de actualizaciones y acceso más estable a herramientas de IA en diferentes regiones del mundo. Es una forma concreta de democratizar la inteligencia artificial a escala global.
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