El ascenso de NVIDIA: de 4 a 5 billones de dólares gracias a la inteligencia artificial
En solo tres meses, NVIDIA pasó de valer 4 a 5 billones de dólares impulsada por la fiebre de la inteligencia artificial, sus chips Blackwell y una red global de alianzas que la posicionan como el motor de la nueva revolución tecnológica.
En apenas tres meses, NVIDIA pasó de valer 4 a 5 billones de dólares en el mercado. Lo que podría parecer una burbuja tecnológica es, en realidad, el reflejo del papel central que la compañía estadounidense ocupa hoy en la nueva era industrial: la impulsada por la inteligencia artificial (IA). Con sus procesadores Blackwell, alianzas estratégicas y una visión que trasciende el hardware, NVIDIA se consolidó como la piedra angular de la infraestructura digital que sostiene el desarrollo global de la IA.
El chip como nuevo oro de la economía digital
La revolución que lidera NVIDIA comenzó mucho antes del auge actual. Durante años, la compañía transformó sus unidades de procesamiento gráfico (GPU), originalmente diseñadas para videojuegos, en motores de cómputo acelerado capaces de entrenar los modelos de IA más complejos. Esa apuesta le permitió hoy controlar cerca del 80% del mercado mundial de chips para inteligencia artificial, una posición que ninguna otra empresa ha logrado disputar.
En un contexto donde cada modelo de IA —desde ChatGPT hasta los sistemas de diagnóstico médico o los autos autónomos— requiere un poder de cómputo masivo, las GPU se convirtieron en el insumo más codiciado de la era digital. La última generación de chips Blackwell representa el corazón de esa expansión.
En octubre, NVIDIA y TSMC anunciaron la primera oblea de chip Blackwell fabricada en territorio estadounidense, en Arizona, un hecho simbólico que marca el retorno parcial de la manufactura avanzada a Estados Unidos. Este hito no solo tiene relevancia tecnológica, sino también política, ya que se alinea con la agenda de reindustrialización y soberanía tecnológica impulsada por el presidente Donald Trump.
Blackwell: la llave de los centros de datos globales
Los chips Blackwell se convirtieron en el nuevo estándar de la computación acelerada. Amazon, Microsoft, Google y Meta compiten por asegurarse su suministro para alimentar sus centros de datos. A ellos se suman fabricantes de automóviles, empresas de telecomunicaciones y laboratorios biotecnológicos que necesitan esa potencia de cálculo para entrenar modelos específicos.
En la práctica, NVIDIA no solo vende chips: vende capacidad de innovación. Su hardware se ha vuelto la base sobre la cual se construye el futuro de la inteligencia artificial.
Alianzas estratégicas que amplían su influencia
Uno de los factores que explican el ascenso meteórico de NVIDIA es su estrategia de alianzas. La empresa no se limita a proveer tecnología, sino que está creando un ecosistema completo para la IA moderna.
Entre sus acuerdos más relevantes destaca su colaboración con Oracle y el Departamento de Energía de Estados Unidos para construir Solstice, la supercomputadora de IA más grande del país, que contará con 100.000 GPUs Blackwell y estará destinada a proyectos de investigación en energía, seguridad y descubrimiento científico.
Además, NVIDIA anunció la instalación de siete nuevos sistemas de supercomputación en universidades y laboratorios nacionales de EE. UU., como parte de un programa para fortalecer la infraestructura tecnológica del país.
Pero las alianzas se extienden más allá del sector público. Con Nokia, NVIDIA trabaja en el desarrollo de redes 6G impulsadas por IA, diseñadas para automatizar y optimizar la transmisión de datos. En paralelo, con Uber, impulsa el desarrollo de una flota de robotaxis autónomos basados en su plataforma Drive y su entorno de simulación Omniverse.
Y quizá una de sus jugadas más estratégicas fue el acuerdo con OpenAI para desplegar 10 GW de sistemas NVIDIA, una infraestructura que multiplicará la capacidad de cómputo de la compañía fundada por Sam Altman. Esta alianza asegura a NVIDIA un lugar privilegiado en el corazón del ecosistema de la IA generativa.
Con estos movimientos, NVIDIA dejó de ser un simple fabricante de hardware para convertirse en un proveedor estructural de la infraestructura de inteligencia artificial global.
La visión de Jensen Huang: la nueva revolución industrial
El CEO y cofundador de Nvidia, Jensen Huang, repite una idea que define su estrategia: estamos entrando en la “próxima revolución industrial”, y la IA es su motor principal.
Según Huang, en el futuro cada fábrica, hospital, laboratorio o ciudad podrá tener su gemelo digital creado en Omniverse, la plataforma de simulación y colaboración 3D de NVIDIA. Estos entornos permitirán probar, optimizar y automatizar procesos antes de ejecutarlos en el mundo físico, reduciendo costos y aumentando la eficiencia.
Empresas de manufactura, energía y transporte ya están adoptando estas herramientas para mejorar la seguridad y la sostenibilidad de sus operaciones. El salto de valor bursátil de NVIDIA refleja la confianza del mercado en esta transición hacia una economía digital basada en IA y simulación.
En términos históricos, NVIDIA ya no es vista como una empresa de semiconductores, sino como lo que Microsoft fue para el software y Apple para los smartphones: el epicentro de una transformación tecnológica global.
Geopolítica y el desafío chino
El ascenso de NVIDIA también está condicionado por la política internacional. Desde 2022, las restricciones impuestas por la administración de Joe Biden limitaron la exportación de chips avanzados a China, con el objetivo de mantener la ventaja tecnológica de Estados Unidos.
Sin embargo, bajo el gobierno de Trump, algunas de esas restricciones comenzaron a flexibilizarse, permitiendo a NVIDIA vender ciertos modelos —como el chip H20— bajo un sistema de licencias supervisadas.
China representa una oportunidad monumental: hasta 50.000 millones de dólares en potenciales ventas, según estimaciones de la propia compañía. Pero la realidad es compleja: la participación de NVIDIA en el mercado chino cayó a cero debido tanto a los controles estadounidenses como al impulso del desarrollo local de chips chinos.
Esta tensión geopolítica define parte del futuro de la compañía. Una apertura comercial total podría disparar aún más sus ingresos, pero una escalada de restricciones podría limitar su crecimiento a corto plazo.
El motor evolutivo de la IA
Jensen Huang suele comparar el ritmo de la industria con el de la biología evolutiva: “Una nueva especie tecnológica emerge cada seis meses”. Y, en buena medida, NVIDIA es el organismo que impulsa esa evolución.
Su valor de mercado, ahora en los 5 billones de dólares, es más que una cifra récord: es el reflejo de cómo la empresa se convirtió en el motor que alimenta la revolución industrial del siglo XXI.
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