Columna de Opinion

El poder de las empresas como centros educativos para el desarrollo de la región

La visión de Blas Briceño se materializa en Finnegans, donde la educación trasciende las aulas y se convierte en una herramienta de empoderamiento y progreso social para toda la comunidad.

El 65% de la población latinoamericana termina el secundario, pero menos de la mitad de ese porcentaje adquiere educación superior (Cepal). ¿Qué sucede con ese 35% de la población total que, habiendo completado la educación secundaria, se ve excluida de la posibilidad de continuar una carrera profesional? Esta situación no solo plantea un desafío, sino también una oportunidad latente para las empresas de la región. En varios países latinoamericanos, el acceso a la educación superior se convierte en un obstáculo económico insuperable para muchos. Sin embargo, dentro de ese 35% de jóvenes que cuentan con el potencial para continuar su camino profesional, las empresas pueden desempeñar un papel fundamental generando un impacto real en la sociedad.

Nos encontramos en un momento en el que la tecnología y la dependencia digital crecen vertiginosamente y emerge el riesgo de que esta velocidad agrande la brecha de conocimiento y que sean cada vez menos los que tienen los conocimientos necesarios para los trabajos del futuro. Según datos de la CESSI, el empleo en la industria IT pasó de 20.000 puestos de trabajo en 2004 a más de 140.000 este año, un crecimiento exponencial que deja entre 10.000 y 15.000 plazas sin cubrir anualmente.

Empresa-Escuela: compartiendo conocimiento para el progreso

Así es como emerge el concepto de «empresa-escuela», una filosofía empresarial que implica compartir activamente con el mundo exterior el conocimiento interno que una compañía acumula y resguarda, trascendiendo las fronteras tradicionales de la educación y la colaboración. Una empresa-escuela puede fortalecer la relación entre la empresa y su entorno al contar con mayor acceso a recursos educativos de alta calidad e información valiosa. Así, la comunidad se empodera y se convierte en una fuerza motriz para el progreso, adoptando las nuevas tecnologías de forma más ágil, respondiendo a la crisis de falta de talento tecnológico y generando nuevas oportunidades a su entorno.

Este enfoque capitaliza el acceso a la información y la educación, lo que a su vez amplía el impacto positivo que una empresa puede tener en su entorno.

Las organizaciones acumulan información valiosa que, en muchos casos, la sociedad nunca llega  a conocer. El concepto de empresa-escuela desafía este status quo al reconocer que este conocimiento tiene el potencial de generar un impacto positivo mucho más allá de las paredes de la empresa.

En lugar de limitar el acceso a este conocimiento a unos pocos, las empresas-escuela se convierten en motores de aprendizaje y colaboración para todos. Esto se traduce en la apertura de programas de formación y recursos que no solo benefician a sus empleados internos o a candidatos a ingresar en la organización, sino que se extienden a sus clientes, socios comerciales y, en última instancia, a la sociedad en general.

Como algunas compañías del sector, desde Finnegans abrimos las puertas al conocimiento y brindamos la oportunidad a toda la comunidad de formarse con cursos de programación, liderazgo, innovación, design thinking, entre otros, tanto para nuestro propio equipo, nuestros clientes, y cualquier persona que quiera encontrar herramientas para evolucionar en sus empleos.

Además de ser una ventaja competitiva, las compañías que aspiran a ser escuela queremos contribuir con la creación de sociedades más educadas y resilientes. Al compartir nuestro conocimiento, desafiamos la noción de que el éxito empresarial debe medirse sólo en términos de ganancias, recordándonos que las empresas podemos ser motores de cambio social y cultural.

La empresa-escuela representa una oportunidad para transformar la manera en que las empresas interactúan con su entorno, generando un impacto positivo a través de la educación y el conocimiento compartido y brindando oportunidades a ese 35% de la población latinoamericana que solo necesita dar un paso más hacia su desarrollo profesional.

Por Blas Briceño, CEO de Finnegans.

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