Inteligencia Artificial

Argentina apuesta a la inteligencia artificial mientras crece la cautela en países desarrollados

Un estudio internacional revela que Argentina y otras economías emergentes muestran mayor optimismo hacia la IA, mientras naciones avanzadas exigen más regulación y advierten riesgos laborales.

La inteligencia artificial (IA) está dejando de ser una promesa tecnológica para convertirse en una realidad cotidiana. Sin embargo, no todos los países la miran con los mismos ojos. Un estudio internacional del Schwartz Reisman Institute for Technology and Society, que encuestó a personas en 21 naciones, revela cómo varía la percepción sobre esta tecnología: desde el entusiasmo de las economías emergentes hasta la cautela de los países más desarrollados.

Argentina, entre los más optimistas

En Argentina, el 54% de los encuestados apoya el desarrollo de la IA, un índice superior al promedio global. Más de la mitad cree que esta tecnología hará que el futuro sea mejor, un dato que coloca al país entre los más optimistas de la región y del mundo.

Este entusiasmo se asocia con expectativas concretas: creación de empleo, dinamismo económico y mejoras en los servicios públicos. Además, el 49% ve útil a herramientas como ChatGPT en el trabajo, lo que demuestra que la IA ya empieza a ser percibida como un aliado productivo.

En Argentina, más de la mitad de los encuestados cree que la IA mejorará el futuro, impulsando empleo y dinamismo económico.
En Argentina, más de la mitad de los encuestados cree que la IA mejorará el futuro, impulsando empleo y dinamismo económico.

Pero no todo es confianza ciega. Aunque los argentinos temen menos que otros países perder su empleo por culpa de la IA, son más pesimistas sobre la posibilidad de conseguir uno nuevo si eso ocurre. Y, como en gran parte del mundo, el 63% se preocupa por el mal uso o uso con fines viles de estas tecnologías.

Conocimiento y brechas

El estudio también muestra que el 32% de los argentinos afirma entender qué es la inteligencia artificial y el país se ubica entre los que mejor comprenden conceptos como “algoritmo”, solo detrás de India y Brasil. Sin embargo, la conciencia sobre amenazas específicas es baja: solo el 20% sabe qué son los deepfakes, falsificaciones digitales que se expanden rápidamente.

La formación en IA no solo es una tendencia, sino también una ventaja económica. Quienes se capacitan en estas tecnologías en Argentina han visto aumentos salariales cercanos al 25%, reflejo de una demanda laboral que crece incluso cuando el mercado de empleo general se contrae.

A pesar del entusiasmo, el 63% de los argentinos teme el mal uso de la inteligencia artificial.
A pesar del entusiasmo, el 63% de los argentinos teme el mal uso de la inteligencia artificial.

Un contraste internacional

El informe revela un patrón claro:

  • Países emergentes, como Argentina, Brasil, India o China, tienden a ver la IA como una oportunidad de desarrollo.
  • Economías avanzadas, como Estados Unidos, Francia o Australia, muestran posturas más prudentes, marcadas por debates sobre ética, regulación y automatización del empleo.

A nivel global, la mitad de las personas respalda el avance de la IA, pero la percepción varía según el contexto económico y social. En algunos países occidentales, la preocupación por la privacidad, el reemplazo laboral y la necesidad de regulaciones estrictas opaca el entusiasmo por la innovación.

En Argentina, capacitarse en IA puede resultar en un aumento salarial del 25%, reflejando la creciente demanda en este campo.
54% de los encuestados usaría herramientas de IA incluso sin autorización. Millennials y Gen Z lideran el uso ‘en la sombra’, desafiando las restricciones corporativas.En Argentina, capacitarse en IA puede resultar en un aumento salarial del 25%, reflejando la creciente demanda en este campo.

Un futuro con desafíos

El caso argentino muestra una paradoja interesante: un alto nivel de optimismo y confianza en los beneficios de la IA, combinado con una conciencia moderada sobre los riesgos. La baja familiaridad con fenómenos como los deepfakes indica que, a pesar del entusiasmo, aún queda camino por recorrer en materia de educación digital y conciencia crítica.

Capacitarse en inteligencia artificial ya no es opcional, sino una apuesta estratégica para el futuro laboral. Mientras tanto, el debate global sobre la ética y la regulación seguirá marcando el ritmo de esta revolución tecnológica.

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