Los analistas de Gartner estiman que la impresión en 3D para consumo está a más de cinco años de distancia. Según el estudio sobre los ciclos “hype” (productos y tendencias cuyas expectativas están valoradas exageradamente), la adopción masiva por parte de los consumidores tomará tiempo. Los verticales que podrían verse afectado en dos a cinco años incluyen aplicaciones de negocios y médicas.
La impresión 3D está evolucionando rápidamente, pero como muchas otras tencologías está todavía a cinco o diez años de afianzarse en el consumo masivo. Ese segmento de la demanda será superado en el corto plazo por aplicaciones médicas y de negocios, según destacó Gartner.
«La impresión 3D para consumo está a cinco o diez años de distancia de la adopción masiva —dijo Pete Basiliere, vicepresidente de investigación de Gartner—. En la actualidad, cerca de 40 fabricantes venden impresoras 3D más comúnmente usadas en negocios, y cerca de 200 startups en todo el mundo están desarrollando y vendiendo impresoras 3D para el segmento de consumo, con precios de unos pocos cientos de dólares. Con todo, este precio es todavía demasiado alto para el grueso de los consumidores en este momento, más allá de la amplia concientización sobre esta tecnología y del considerable interés de los medios”.
Entre los factores que moldearán la impresión 3D en el espacio de consumo, los analistas de Gratner señalan en primera instancia que el mercado empresarial de impresión en 3D es muy diferente del de consumo. “Es verdad que en esta etapa temprana hay algunas similitudes”, reconocen los analistas, y que en pos de minimizar los riesgos de adopción algunas empresas podrían usar dispositivos orientados a consumo, pero para Gartner estos mercados deben ser evaluados por separado, dado que están impulsados por diferentes usos y requisitos.
En segundo término, la impresión 3D no es una tecnología única. En realidad son siete. “El ´hype´ alrededor del uso en el hogar ofusca la realidad de que la impresión 3D involucra un complejo ecosistema de software, hardware y materiales cuyo uso no es tan simple como la impresión por impacto en una impresora de papel —aclaró Basiliere—. Cada una de estas tecnologías tiene pros y contras, y las impresoras trabajan en varios tamaños y con diferentes materiales”. Para el analista, las organizaciones primero deberían evaluar el material, el desempeño y la calidad requerida en el producto impreso, y luego determinar la mejor tecnología de impresión en 3D, y recién entonces elegir la impresora.
En cuanto a los usos, existen aquellos, como la elaboración de prototipos, que estuvieron prácticamente desde el comienzo de la impresión en 3D, mitigando los riesgos de una organización asociados con el diseño, la forma y funcionalidad de los productos que se investigan. En dos a cinco años, habrá una mayor adopción, nutrida en parte por la aceptación y uso del software de creación de impresiones en 3D, escáneres y oficinas de servicios de impresión en 3D. “Más o menos en ese momento, la impresión en 3D de dispositivos médicos ofrecerá interesantes beneficios con impacto en la vida diaria que terminarán en el uso global de la tecnología de impresión de 3D para prótesis e implantes”, predijo Basiliere.
En última instancia, y reflejando diferentes motores en el mercado, la macroimpresión 3D de grandes estructuras y la impresión 3D en el aula, recién se masificarán en una década. Esto no significa que hoy no existan válidos casos de uso. En el caso de la impresión 3D en aulas el precio y la dificultad de despliegue podrían influir, ralentizando la adopción.
